Ruido diario #54

[mínimas]

(…) Acusado por delito de barroquismo y declamación de fantasía fui condenado a castigo de muerte: sobre un patíbulo azul me fue sacado el corazón y se me golpeó con él en la boca ahogando de ese modo mis últimos bramidos. Después mi cuerpo fue seccionado con hacha y cuchillo y algunas de sus partes, especialmente la cabeza, el corazón y la mano derecha, fueron colgadas en horcas ubicadas en las esquinas más importantes de la silenciosa ciudad. Ni así hubo escarmiento: mi cuerpo dividido alucinaba murmullos sediciosos. Entonces reclamaron el fuego para mi carne separada. Enterraron las cenizas en un pozo vestido de cal y azufre, anónimo. Después se perdieron entre la multitud o el ruido, huyendo, tal vez, del discreto espanto de sus emociones.

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