RUIDO DIARIO #137
El investigador Jon Hagstrum se interesó por el caso después de leer un artículo en la prensa local sobre palomas perdidas. (..) Varios años después, a Hagstrum se le ocurrió una posible solución al problema al leer que las palomas pueden oír frecuencias de «infrasonido» increíblemente bajas, ondas acústicas que, por supuesto, no son audibles al oído humano. El infrasonido, que puede ser generado por diminutas vibraciones en la superficie del planeta causadas por las olas en la profundidad del océano, según explica el autor, viaja miles de kilómetros. Hagstrum se preguntó si las palomas mensajeras escuchan este «rumor» distintivo de baja frecuencia para encontrar el camino a casa. En ese caso, las aves que no pueden oír la señal, debido a que el lugar donde son soltadas está «protegido» de alguna manera, serían incapaces de encontrar su rumbo y se perderían.