Ruido diario #61
Existen dos sonidos con algunas similitudes entre si que tienen la habilidad de llevarme hasta dos momentos específicos de mi niñez. Dos sonidos tan presentes entonces como no supe volver a encontrarlos. Además ambos parecen pedir silencio (como unos dedos sobre la boca) para escuchar más de lo que hay.
El primer sonido se encuentra en el medio mismo de la cotidianidad. Se trata del sonido de la olla a presión, este siseo eterno que podía recorrer la mañana entera. Era un sonido de fondo, una presencia constante que hablaba de rutina y familiaridad. Aun hay algunas noches antes de dormir cuando un ruido similar me lleva a estas mañanas de infancia en mi casa o la de mi abuela con el pitón rojo de un reloj gastronómico dando vueltas eternas como si tuviera todo el tiempo del mundo.