Ruido diario #63
(…) Podría pensarse, ya digo, que se avecinan malos tiempos para los ayuntamientos amigos de derrochar decibelios con el propósito de estimular la venta de cerveza y bocadillos, y para los vecinos desconsiderados, y para los médicos que nos someten a la tortura de soportar, en sus salas de espera, el hilo musical, o algún vídeo promocional sobre los milagros de la cirugía o la ortodoncia. También, puestos a no olvidarnos de nadie, para los conductores de autobuses interurbanos de la Bahía de Cádiz, que someten a los viajeros más madrugadores a la tortura de aguantar la tertulia radiofónica matinal o los grandes éxitos musicales del momento. Se da la paradoja, en fin, de que, para escapar de estas agresiones sonoras, hay quien opta por aislarse en su propia burbuja de ruido. Y, así, no deja de asombrarnos el penoso espectáculo que ofrecen quienes, para eludir la barahúnda impuesta por otros, se encasquetan unos auriculares y suben el volumen de sus propios aparatos de música. (..)