A un año del fin del debate sobre arte conceptual, por Héctor Rey.
Bilbao, 29 de mayo de 2011.
Hace ya más de un año que daba sus últimos coletazos un acalorado debate que tuvo lugar en el blog MRB. Lo que comenzó siendo una publicación de un fragmento de una entrevista terminó siendo una intensa y larguísima retahíla de opiniones y teorías self-made.
Recuerdo que durante el tiempo que duró la parte más intensa del debate mi rutina se volcó completamente en ello, hasta el punto de pasarme cada día interminables horas pensando en qué escribir. Llegué, incluso, a oír que copiando todo lo que se escribió y pegándolo en un editor de texto en tipografía Times New Roman tamaño 12 el resultado era la friolera de cien páginas. Vaya, como para haber escrito un libro. A decir verdad, nunca llegué a comprobarlo, ya que hubo un momento en el que tuve que cortar radicalmente porque seguir con ello me estaba haciendo sentir mal. Desde entonces he estado muy angustiado siempre que he recordado todo ese debate, igual que lo estoy cada vez que pienso que eso está ahí archivado y siempre lo va a estar. Es, sin duda, una responsabilidad enorme que, a ratos, me cuesta llevar encima. Algo que sé que está ahí y hago como que no lo veo.
He de decir que me arrepiento de muchas cosas que en ese debate se dijeron, tanto de cosas que yo dije como de cosas que dijeron otras personas pero de las que yo me siento parcialmente responsable por haber sido parte de aquello. Y no sólo me refiero a la forma de enfrentar ciertos aspectos de la práctica artística que yo creía, ingenuamente, tener claros y que con el tiempo me he venido dando cuenta de que, afortunadamente, no lo estaban tanto. Pasa el tiempo y con él la experiencia cambia, y lo que creíamos saber en un momento, visto en perspectiva, se vuelve difuso. No sólo me refiero a ello: durante todo el debate se hicieron referencias a la obra (y persona) de diferentes artistas de nuestro contexto en un tono que era, más bien, propio de una conversación en una cafetería que de una discusión en un medio de difusión pública. Cosas que, en mi opinión, no eran procedentes y no debieron haberse dicho, no me importa si salieron de mí o de otras personas. Me arrepiento de todas esas cosas que se dijeron, tanto de su contenido como de la manera en la que fueron dichas.
No quiero decir, con esto, que no suscriba las cosas que dije en aquel debate: diferentes momentos implican diferentes formas de sentir, y, aunque haya aspectos que han cambiado en mi forma de percibir ciertas cosas, si en un determinado momento fueron dichas fue porque había motivos, aunque el tiempo y la distancia vayan dando otros para darse cuenta de cosas e ir moldeando lo que parecía tan claro y rígido. Tan sólo necesito saldar cuentas con palabras y actos para, así, poder pasar página. Actos que considero absolutamente erróneos y muy lejanos de un comportamiento sano y respetuoso.
Lo que mantengo fielmente, y dudo que un día deje de hacerlo, es mi posicionamiento del lado de la materia. No me cansaré de insistir que si el arte conceptual es arte es porque, cuando lo es, deja de ser concepto para ser otra cosa: materia, carne. Y sólo en ese punto, en un ejercicio de sensbilidad, cuando huye de sí mismo hasta dejar de ser concepto, se fija en su lugar al mismo nivel que un sonido, una pincelada o un muro de hormigón.
Héctor Rey.
Mayo 30th, 2011 at 10:52 am
trankilo txatin, este blog será historia cuando se pongan amirar en detalle los servidores de arteleku los de tabakelerira… su defunción está cerca y podras dormir trankilo.