Bruce Rusell: 21st Century Field Hollers and Prison Songs (w.m.o/r 26)
Sábado, Julio 22nd, 2006Download: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Bruce Russell; Avanzar retrocediendo…
“Escribo hacia atrás. Miro adelante, pero voy retrocediendo, caminando hacia atrás. Así el panorama de nuestro mundo espiritual se me va ampliando delante de mí y nuestra particular situación cultural(…) se me hace también más clara. Y también más desesperante.â€?
Jorge Oteiza. Quosque Tandem…!
¿De qué hablamos cuando decimos música experimental, Dub, Blues?, ¿Cómo nos posicionamos ante las obras al emplear semejantes etiquetas?. El último trabajo de Bruce Russell nos invita a pensar en ello desde su experiencia con 21st Century Field Hollers and Prison Songs (w.m.o/r 26 www.mattin.org/recordings.html).
Las etiquetas y las formas de catalogar, de llamar, determinan cómo nos acercamos a ellas. En el caso de la música o las creaciones sonoras ocurre igual. Debido a la fuerza constante de los medios respecto a la difusión y exposición de la música; en las radios, las revistas especializadas, la televisión, se generan casi implacables etiquetados y formas de referir a las creaciones hasta el punto de llegar a juzgar composiciones sin haberlas escuchado previamente, solo por referencias verbales y mediáticas.
Pero el sonido por su naturaleza esquiva y difusa se resiste. La música se resiste a solidificar. La energía sonora latente, se expande.
Siempre he pensado que en el terreno de la experimentalidad sonora estamos más cerca del arte que de la simple música. En arte es necesario situar el trabajo; tratar de explicar cuáles son los precedentes que abordan esa línea; dónde esta el nudo de la cuestión para finalmente lanzar la propuesta con el trabajo y su justificación. Eso es poco más o menos lo que ocurre con 21st Century Field Hollers and Prison Songs. O al menos así lo veo yo. Pero si digo que estamos más cerca del arte que de la “músicaâ€? despista que las reconocidas fuentes sean dos tradiciones de naturaleza tan profundamente popular como el Dub y el Blues. Mantiene esa tensión toda la obra, y fundamentalmente por la explicación que acompaña el álbum. En ella esta una de las virtudes del trabajo; en cómo nos predispone a escuchar la composición.
El disco de Bruce Russell es muy interesante, debemos atender a el, a lo que nos muestra y a lo que literalmente nos dice en el texto.
Es uno de esos raros músicos que trata de explicar su obra, que trata de situar lo que hace; de dónde viene y a dónde va.
En este caso nos habla de Blues y nos habla de Dub. Nos despista, como golpeando las convenciones lingüísticas sobre estilos y géneros. Nos pone en la tensión entre las convenciones de creación popular – arte.
Lo interesante de esta obra está en colocarnos en la tesitura de tener que pensar qué cosa es el Dub y qué cosa es el Blues más allá de la superficie, para después entender con una nueva mentalidad un tipo de creación contemporánea; ese tipo de música libre. A través de ello nos ponemos en una nueva posición ante la creación experimental contemporánea. La radicalidad de la propuesta (innegablemente va a la raíz) consiste en romper esquemas mentales; ponerlos en movimiento para llevarnos a un terreno nuevo creado por él, donde podemos comprender.
Si asumimos que las ideas, los pensamientos y las actitudes mentales condicionan y determinan casi siempre como nos ponemos ante la creación, podemos decir que estamos ante un ejercicio autorreferencial; porque vuelve sobre su propio material sonoro previo reconstruyéndolo y porque mueve los prejuicios mentales que sobre la forma de esas tradiciones musicales tenemos para establecer su propio criterio.
Russell hace todo lo posible porque nos acerquemos y comprendamos. Deberíamos tomar ejemplo de ello.
Hay una cuestión importante al declararse inspirado en el Dub y el Blues. En un primer momento nadie reconoce estas formas en el disco. Nos quedamos con que el Dub es esa ocurrencia histórica y lo mismo con el Blues. Él va más allá; va al interior de esas formas de hacer música. Ver la estructura que subyace al “Dub históricoâ€? (como aparición formalmente concreta en la Historia) y saber recrearla (repensándola, rehaciéndola, actualizándola para mantenerla viva en su momento social) en su tiempo. Valoro esta capacidad de mirada. Hay que valorarla. Necesitamos más trabajos como este.
Nos hace reconocer influencias germinales en corrientes tradicionalmente separadas, y a un mismo tiempo pensar aquellos sucesos como algo que va más allá de la pura forma específica, saber ver la propuesta fundamental de estos géneros.
Repensar que sea el Dub y el Blues en nuestro tiempo, pasa por llevar a cabo una experiencia con los medios técnicos y estéticos a nuestra disposición hoy. Esto es exactamente lo que hace Russell con este trabajo; acercando las dos tradiciones populares a otras de la considerada cultura con mayúsculas; la música concreta por ejemplo. Tal vez podamos ver en ello el sino de un tiempo (el nuestro) en lo que a la creación artística se refiere; una época que empieza a asumir las estéticas de la vanguardia de forma generalizada (Pasando por tanto de la primera línea de choque a la retaguardia) juntándola sin complejos con otras líneas más socializadas o populares; que nacen precisamente de amplios grupos sociales como las comunidades negras del siglo XX en Jamaica y en el Delta del Missisipi.
Se reencuentra consigo mismo en su trabajo previo, lo reescucha, lo recompone separando, juntando y acoplando en un nuevo orden que demuestra la riqueza de la composición actualizada. La idea estaba ya en Lee Perry (ese gran acontecimiento estético para la música popular del siglo XX) pero lo novedoso de este trabajo está precisamente en haber sabido trasladar esa práctica a una nueva experiencia contemporánea. Si el contenido sonoro, las texturas, los ritmos, los tonos, los timbres, responden a la estética de la música ruidista y de improvisación (es decir difieren en la superficie con el Dub clásico o el Soul) la estructura de fondo, la manera en que se pone ante su guitarra y la manera en que construye la composición ya estaban en la Jamaica de los 60-70 y en el Blues de Missisipi. La capacidad del Soul de establecer lazos directos con la emocionalidad del músico, lo que de herramienta expresiva tiene esta aquí todo el tiempo.
Volver sobre sí mismo, volver sobre su trabajo reciente MIDNIGHT CROSSROADS TAPE RECORDER BLUES es un gesto interesante ( y algo más que un gesto ) que debería llamar nuestra atención. En ello está latente la cuestión de mirar adelante ateniéndose a la tradición, sabiendo mantenerla viva actualizándola y sin mutilar las posibilidades de un presente cambiante. Este problema no es otro que el que trajo de cabeza toda la vida a Oteiza (Escribo hacia atrás. Miro adelante… nos decía), además de a otros muchos creadores estéticos de vanguardia. En un tiempo de la deslocalización y de desarraigo histórico de los creadores; en un tiempo de desligamiento histórico con la tradición precedente (que aunque no se logre semejante cosa, pues es imposible escapar de alguna tradición, se promueve como valor a seguir por los críticos y agentes culturales), en el que o se hacen cosas totalmente nuevas (habría que cuestionar esto) o se rescata lo viejo al más puro estilo postmoderno de estéticas de lo retro, deberíamos acoger este trabajo como un ejemplo de inteligencia y salud creativa .
Pero seguiremos esperando, seguiremos dejando que pasen el tiempo y las oportunidades y no habremos aprendido nada de obras y vidas interesantísimas de quienes nos precedieron, sin saber ver, miopes, torpes, débiles…