Sexo: H
Fecha detención: 06/09/2001
Extraído del Testimonio del Caso Unai Romano
(..) El coche me lleva a un sitio que desconozco. Todo el trayecto lo he hecho en silencio y con la cabeza entre las piernas. Nada más bajarme del coche hay unas escaleras, no me avisan y me caigo con las rodillas en ellas. Me meten a un calabozo con pasamontañas y me ponen contra la pared. Tengo problemas para respirar y el guardia civil que me cuida dice que no tengo derecho a respirar.
(..) Todos los interrogatorios los hice con un antifaz puesto en los ojos, de esos para dormir que te cubren los ojos, y por encima del antifaz me ponían un pasamontañas. Cada vez los interrogatorios eran más duros y me llegaron a colocar hasta tres pasamontañas. Yo creo que era para amortiguar los golpes, pero la sensación de agobio era terrible, y no paraba de sudar la gota gorda.
(..) Durante los interrogatorios oí gritos de dolor de otra gente, no sé quienes serían, o si los producían ellos mismo, pero eran espeluznantes. Me imaginé que serían de otros detenidos que estaban torturando al mismo tiempo.
(..) La habitación donde me veía la forense era de dos metros de ancho por 5 de largo, tenía una silla, una pequeña camilla donde estaban sus objetos médicos y un lavabo. Los guardias civiles estaban detrás de la puerta y me imagino que ellos nos oirían a nosotros como nosotros les oíamos a ellos.
(..) Uno de ellos me habla al oído suavemente diciéndome que diga cualquier cosa, que me lo invente, que ese es su trabajo, que yo tengo el mío y que me da 20 segundos para pensármelo o un rato. Luego viene y le digo que no he he- cho nada, se pone histérico y me dice que a partir de ahora le voy a rogar que me mate.
(..) Me ponen los electrodos con una porra eléctrica de las que se ven en la tele (o eso creo yo), en los genitales, en el pene, en la parte superior de la oreja, y lo que es detrás de las orejas. También me ponen la bolsa, y me siguen golpeando.
(..) Los golpes continúan mientras me agarran entre algunos y me empiezan a decir que han detenido a mi madre y que está camino del pantano que está cerca de Vitoria. Los golpes continúan, yo les ruego que dejen a mi madre que nunca ha hecho nada. Me dicen que le están haciendo el “ascensor” en la presa, atada por los pies y en el agua. Se oyen llamadas como que están hablando con los del pantano, uno de ellos pega un grito y se callan todos. Me sientan en una silla y uno de ellos me comunica que mi madre ha fallecido. Todos se callan y hablan bajito, yo no les entiendo. Ya no me golpean.
(..) Me llevan al calabozo y me dejan allí alrededor de una hora. Mi situación es brutal, se me está hinchando la cabeza a una velocidad increíble y ya no veo nada. El pensamiento me juega una mala pasada y me creo lo de mi madre. La cabeza me está quemando y lo único que quiero es salir de allí. De repente viene uno de ellos y me ve que me estoy levantando de la cama. Me dice que me voy a enterar, me pega una petaca y entonces me ve la cara y me dice que me dé la vuelta. Se calla y se va.
(..) La médico forense asustada, pregunta que me ha pasado y que me han hecho. El guardia civil le dice lo de las muñecas, y se va. Me dejan con ella, estoy histérico, no reconozco la voz de esa mujer y no puedo verla. (..) En un momento le comenté a la médico forense lo que me habían hecho, y cuando le dije lo de los electrodos, me miró la oreja y me dijo que la tenía quemada por la parte de arriba, y que detrás estaba hinchada.
(..) A la hora aproximadamente, me meten en un coche y empiezan a hacer tonterÍas mientras nos dirigimos a un lado que no sé. Meten grandes acelerones y luego frenan bruscamente, ponen las sirenas y andan en zig zag. La música la tienen muy alta y paran el coche en un par de ocasiones, se bajan los que van sentados delante y hacen que me abren la puerta, pero luego seguimos hacia adelante. En una de las ocasiones en que hacen un zig-zag, tengo que apoyar la cabeza en el cristal para no golpearme, y noto que tiene una cortina. Siguen haciendo el tonto, metiendo primera, segunda y frenazo, no sé lo que pretenden, pero yo bastante tengo con no dormirme, ando dando cabezadas con- tinuamente.
En una de éstas paramos, y el guardia civil que va a mi lado me pregunta si quiero hablar con la Guardia Civil, le respondo que no y me bajan del coche. Comienzo a oír ruidos de puertas que se abren y se cierran continuamente, creo que estoy en una prisión, pero no me fío. Me sacan dos fotos y me toman las huellas. Me dicen algo al oído respecto a las pertenencias y le respondo que falta alguna cosa, él me responde que eso es lo que tienen. Estoy totalmente ciego y algo atontado y me llevan ante los médicos. Me miran por encima, me preguntan algo y me dicen que me van a poner un apoyo para dormir, ya que no puedo valerme por mí mismo, y me meten en una celda con dos camillas, un baño, un lavabo y una ducha. El apoyo es un colombiano que me ayuda a acostarme, a orinar, y a levantarme de la cama. Me dan otras pastillas y duermo unas horas, según me dice el apoyo. Por la mañana hablamos y me dice que tengo la cara totalmente hinchada, con los ojos negros y todo el resto morado, menos la punta de la nariz y los labios que tienen un color normal.